Por Leticia Garnica Baselga – Licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y Nutricionista
La lactancia materna es el periodo de tiempo en el que la madre alimenta al bebé con su propia leche.
Para que la calidad de la leche materna sea adecuada, la madre debe tener cierto cuidado con su alimentación. Durante este periodo, su nutrición debe cuidarse en varios aspectos ya que su organismo trabaja constantemente para que la producción de leche sea adecuada y suficiente para la demanda del bebé.
Durante la lactancia materna, la madre lactante tiene un requerimiento superior de calorías para la producción de leche. Se estima que ese aumento sea de unas 400-500 calorías diarias mientras que la alimentación del bebé sea exclusivamente de leche materna. Es muy importante una alimentación variada y equilibrada ya que esta influirá de forma directa tanto en la salud de la madre como en la del lactante.
Desde luego, este aporte extra de calorías ha de ser de calidad. En este periodo es muy importante el aporte de proteínas, a través de carnes sin grasa, pescados y, dentro de estos, son muy importantes los azules ya que aportarán los ácidos grasos omega 3 que son esenciales para el desarrollo de la visión entre otros. De igual manera, son esenciales los huevos y la leche o productos lácteos, sin olvidarnos nunca de los hidratos de carbono que son los que nos van a dar energía, las vitaminas y los minerales.
Destacamos los alimentos que son ricos en vitaminas básicas para la nutrición de la madre:
- Vitamina A: en verduras verdes y amarillas, frutas (albaricoque, melón, melocotón, etc.) frutos secos y cereales
- Vitamina C: en cítricos, pimiento crudo, fresas, brócoli, etc.
- Vitamina B2: en cereales, verduras, leche, huevos y pescado
- Vitamina B6: en frutos secos, cereales integrales, legumbres, aguacate, melón, plátano.
- Vitamina B12: en carne, pescado, huevos, leche, productos lácteos
- Folato: en cereales, verduras de hoja, etc.
Los minerales también juegan un importante papel para la calidad de la leche. Dentro de los minerales están los que son antioxidantes como el zinc, el cobre y el selenio. El cobre está presente en cereales, legumbre, frutos secos, carne. El magnesio es esencial puesto que ayuda a la formación de los huesos del niño y también debemos destacar el yodo y el hierro, este último muy importante tanto para la madre como para el niño para prevenir una anemia.
Durante la lactancia hay un mayor gasto de calcio para la producción de leche materna. Si no es correcto el aporte, la madre aumenta las posibilidades de sufrir osteoporosis más adelante, ya que su cuerpo acabará tirando de las reservas de calcio de sus huesos en caso de carencia de calcio en la leche producida. El papel del calcio es fundamental en la formación y crecimiento de los huesos de nuestro bebé. El calcio está presente en multitud de alimentos como son: productos lácteos, verduras como el perejil, espinacas, acelgas, cereales, frutos secos (almendras, avellanas, pistachos, nueces), frutas como los higos, pasas y los dátiles.
No obstante, debemos tener cuidado también a la hora de no abusar de ciertos alimentos que pueden dar sabor a la leche como son los ajos, las cebollas, la coliflor, los espárragos y las especias. No debemos eliminarlos de la dieta, pero si no abusar de ellos ya que un alto consumo si puede transmitir el sabor a la leche y que el bebé rechace entonces el alimento.
Por cierto, es un mito que el comer legumbres vaya a tener como consecuencia que el bebé tenga más gases, puesto que la madre produce los gases al digerirlas y solo ella, no el bebé.
Por todo lo anterior, es fundamental que la dieta de la madre sea equilibrada durante la lactancia materna, aportando todos los nutrientes necesarios tanto para el correcto crecimiento del lactante y como para la buena salud de la madre.