Ahora, que estamos en periodo típico de bronquiolitis, vamos a informar un poco sobre esta frecuente enfermedad que afecta a los más pequeños. Esperamos que los padres, cuyos hijos la están padeciendo, comprendan un poco mejor qué les sucede.
¿Qué es la bronquiolitis?
La bronquiolitis es una infección causada por virus, en la que se afectan bronquios y bronquiolos. Éstos son los conductos más pequeños que llevan el aire dentro del pulmón.
Es una enfermedad típica de menores de 2 años, sobre todo menores de 6 meses. Esto sucede porque sus vías respiratorias son más estrechas y se obstruyen con mayor facilidad. Y esa obstrucción provoca que la sangre “oxigene” mucho peor. Este se controla a través de unas máquinas que controlan la saturación en sangre.
El VRS (virus respiratorio sincitial) es su causa más frecuente, aunque hay otros virus que la pueden ocasionar (por ejemplo el rhinovirus, que nos produce cuadros de resfriado común a los adultos, o el virus de la gripe). Este virus es más frecuente por estas fechas, entre noviembre y marzo.
¿Es grave la bronquiolitis?
Estar contagiado del virus no significa que padezcas bronquiolitis. Tampoco las bronquiolitis son igual de graves en un niño que en otro.
Por suerte, normalmente se trata de cuadros leves que no precisan ingreso. Sin embargo, niños prematuros con enfermedades cardiacas o pulmonares, o con deficiencias inmunológicas tienen un mayor riesgo de presentar un cuadro grave. También, hay niños sanos que, por diversos motivos, pueden requerir ingreso.
Los virus que causan bronquiolitis se contagian fundamentalmente por fómites o por inhalación. Es decir, tanto por tocar objetos que se han contaminado de secreciones de personas contagiadas por el virus (Ej. chupete del niño) y posteriormente tocarse ojos, nariz o boca, como por respirar gotitas con virus, invisibles al ojo humano, que se generan al toser o estornudar. Obviamente, esto hace que sea más frecuente en niños que acuden a guardería. También aumentan las probabilidades la exposición al humo de tabaco y la ausencia de lactancia materna.
Sintomatología de la bronqiolitis
Inicialmente el niño suele presentar los síntomas de un resfriado (tos y mocos). Posteriormente, se inflaman los bronquiolos y se llenan de moco. Al ser las vías finales que conducen el aire y ser muy estrechitas, puede producirse dificultad para respirar. El niño hará lo posible para que le entre más aire y, por tanto, respirará más rápido y tratará de hacer más fuerza para respirar. El uso de esos músculos para mejorar la respiración (sobre todo el diafragma – que separa el tórax del abdomen – los músculos que hay entre las costillas, y los de la nariz) puede verse en el niño: se marcarán las costillas, ensanchará las fosas nasales, y moverá mucho el abdomen al respirar.
El médico, además, puede oír ruidos al auscultar que traducen la dificultad del paso del aire a través de los bronquiolos (“pitos”, “crepitantes”…). Debido a la dificultad para respirar, ocasionalmente los niños tienen dificultad para comer, y a veces vomitan o se atragantan con las secreciones. La fiebre puede existir o no, y a veces puede ser alta. También es posible que el niño se encuentre irritable, le cueste dormir o, al contrario, esté fatigado o adormecido (esto último es preocupante, como comentaré más adelante).
Acudir al pediatra de cabecera
En mi opinión, el niño debería acudir a su pediatra de cabecera si presenta síntomas. Así va monitorizando la evolución y explicando las medidas a seguir en casa y los signos a vigilar a los padres. A Urgencias, sin embargo, se debe acudir si los síntomas indican una posible bronquiolitis grave. Cuales son estos síntomas?
- El niño respira mal = respira muy rápido, se le marcan mucho las costillas, mueve mucho el abdomen al respirar, le cuesta comer o rechaza las tomas.
- Fiebre alta.
- Empeoramiento de la tos.
- Tiene quejido = es un ruido como una queja que hacen al respirar
- Está muy agitado o demasiado dormido.
- Tiene labios o uñas de color morado/azulado.
- Deja de respirar ocasionalmente (hace pausas al respirar).
- Vomita o no hace las tomas, de forma que no es capaz de reponer el líquido que pierde, con el riesgo de deshidratación.
- Es menor de 3 meses de edad.
El ingreso en Urgencias por bronquiolitis
Generalmente no son necesarias las pruebas complementarias si el cuadro es leve. En Urgencias, dependiendo de los síntomas, puede ser necesario realizar una placa de tórax y una analítica para ver los gases en la sangre. Además, ocasionalmente se extrae una muestra de moco nasal para determinar si el virus causante es un VRS.
Durante el ingreso suele medirse la oxigenación de la sangre con un pulsioxímetro (el aparato que emite una luz roja que se suele colocar en los deditos de las manos o pies, a veces incluso en la propia mano o pie si son muy pequeñitos). También suelen utilizarse aerosoles de suero y, ocasionalmente, adrenalina. Frecuentemente se ponen unas gafitas con aire enriquecido en oxígeno. En casos extremos, es necesario un ingreso en cuidados intensivos pediátricos y el uso de ventilación mecánica invasiva.
Evolución de la bronquilitis
La bronquiolitis suele durar 7 a 12 días, aunque el niño puede seguir con tos muchos más días, incluso semanas. Generalmente la enfermedad es más intensa entre el segundo y tercer día desde el inicio de la dificultad para respirar, mejorando después de forma gradual.
Tratamiento de la bronquiolitis en casa
No es una enfermedad causada por bacterias. Por eso, no son necesarios habitualmente los antibióticos, dado que no ofrecen ninguna ventaja y pueden tener efectos secundarios. Desafortunadamente, no existe ningún tratamiento que cure la enfermedad, hay que esperar a que el propio cuerpo lo haga. Sin embargo, se debe hacer un tratamiento sintomático (es decir, de los síntomas).
En casa conviene hacer lavados nasales con suero salino fisiológico al niño, sobre todo antes de las tomas y antes de dormir. La nariz suele tener mucha mucosidad, y los niños respiran predominantemente por ésta. Por tanto, despejándola ya mejoramos la dificultad para respirar.
La posición semiincorporada para dormir también ayuda (elevar un poco la cabecera de la cuna).
Si tiene fiebre, recomiendo el uso del apiretal o dalsy (éste último solo si el niño es mayor de 6 meses). Se puede ayudar a bajar la fiebre también evitando abrigar en exceso al niño, o bañándole en agua templada (nunca fría).
Si el niño tiene dificultad para alimentarse, se pueden fraccionar las tomas. Es decir, administrar menos cantidad de alimento, pero ofrecerlo más frecuentemente. También es importante ofrecer líquidos.
Ocasionalmente el pediatra indicará un tratamiento inhalado. No siempre es eficaz en el primer episodio. Hay padres que utilizan humidificadores para hacer más fluido el moco de las vías respiratorias y aliviar la tos y la congestión. Es importante lavarlos a diario para evitar la formación de moho. No se deben utilizar humidificadores de vapor caliente.
Los jarabes para la tos o mocos no deben utilizarse dado que no se ha demostrado su eficacia en vivo, y pueden ser perjudiciales para el niño.
El Broncoespasmo
Algunos niños, tras la bronquiolitis, sobre todo el primer año después, pueden tener dificultad respiratoria durante episodios de resfriado. Esto sucede por “broncoespamo”, al igual que el asma. Los bronquios se hacen más sensibles y, cuando el niño se infecta, se contraen, dificultando el paso del aire. A veces los padres escuchan también “pitos”, que es el ruido que hace el aire al pasar a través de esos bronquios estrechados por la contracción. Estos episodios no significan que el niño sea asmático, aunque algunos de estos niños presentan asma posteriormente. Se tratan con salbutamol inhalado o compuestos similares, siendo necesario ocasionalmente dar corticoides (inhalados o por vía oral).
Prevención de la bronquiolitis
Si uno se encuentra con una infección respiratoria debe:
- Lavarse las manos a menudo, sobre todo antes y después de tocar al niño o sus objetos.
- Evitar lugares concurridos donde haya muchos niños.
Además, es importante evitar la exposición al humo de tabaco. Es recomendable la lactancia materna.
Desafortunadamente, en la actualidad no existe una vacuna comercializada para prevenir la enfermedad. Existe un medicamento (palivizumab) que se puede administrar para reducir la gravedad de la enfermedad. Se trata de unos anticuerpos contra el VRS, que se inyectan cada mes durante los meses en los que es más frecuente la infección por este virus. Sólo está indicado en niños de riesgo (prematuros, enfermos pulmonares o cardiacos…).
Para más información:
CV:
La Dra. Teresa Núñez-Villaveirán es licenciada por la Universidad de Navarra en Medicina desde el año 2002. Terminó su formación como médico especialista en Pediatría y sus áreas en 2007 en el Hospital Universitario La Paz de Madrid, teniendo asimismo los cursos de doctorado y el Diploma de Estudios Avanzados en pediatría desde 2006.
Ha iniciado su formación quirúrgica en EEUU y en la actualidad se encuentra realizando la especialidad de Cirugía Plástica, Reconstructiva y Estética en el Hospital Universitario La Paz.